enero 21, 2012


Siempre debe existir un espacio sagrado para uno mismo. Un lugar (metáforico o no) donde uno esta consigo mismo y sabe sus miedos, sus anhelos, sus intensiones... donde uno sepa su propia lógica, de sus pensamientos, de sus actos. Un lugar donde las incoherencias circunstanciales cobren un sentido personal, y de esa forma se pueda existir bien. Un resguardo. Una fortaleza. Un sitio más allá de la cabeza, un lugar aparte del corazón. Y siempre debe ser un lugar que te salve, a tu favor, nunca que te destruya, nunca en tu contra.

  

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