marzo 24, 2015

Bienvenidos al desierto de lo Real

"...es difícil, en realidad traumático, para un animal humano aceptar que su vida no es simplemente un proceso estúpido de reproducción y búsqueda del placer, sino que se halla al servicio de una Verdad. Y éste es el modo en el que la ideología parece funcionar hoy en día en nuestro autoproclamado universo postideológico: llevamos a cabo nuestros mandatos ideológicos sin asumirlos y tomarnoslos en serio.; aunque un padre se conduzca como un padre, éste hará que su comportamiento vaya acompañado de un flujo constante de comentarios irónicos/reflexivos acerca de la estupidez de ser padre, etcétera."

marzo 20, 2015

Lo ideal, mi necesidad como vocera de la necesidad del mundo.


Cuando se habla de transmutación de valores, nos referimos a cambiar los valores vigentes por otros nuevos , en la historia se presentan varios casos en que se produce un cambio de valores, por ejemplo luego de cada revolución importante suelen remplazarse las viejas tablas de valores por nuevas que correspondan al nuevo periodo. Estos cambios pueden permitir la superación de la etapa anterior o conducir a la decadencia. El transcurso del tiempo juzga a los nuevos valores. La transmutación de valores que proponemos aquí se refiere a los valores principales que rigen nuestras vidas, son los valores que orientan nuestras acciones lo que se pretende cambiar. Queremos dejar de lado los valores de renuncia, asimilación de la incomodidad, conformidad con lo establecido, respeto del orden, nacionalismo, la fe en dioses, las esperanzas en el mas allá, “trabajo duro es dignidad” y tantos otros venenos que circulan en nuestra cultura. Reemplazándolos por los valores de lucha, fe en nosotros mismos, búsqueda de mayores comodidades, sed de gloria, esperanzas en esta vida, respeto por la naturaleza, orgullo y la búsqueda insaciable de bienestar, felicidad, perfeccionamiento y verdad. Se debe establecer nuevamente que es bueno y malo, las leyes y normas, las virtudes y defectos, en fin se debe analizar, discutir, medir y establecer todos los valores nuevamente. Este cambio de moral es nuestro anhelo ¡queremos una nueva ética individual y social! Basada en seres libres que busquen la excelencia, que crean sus valores, que no los aceptan pasivamente. Una ética que promueva el desarrollo pleno de cada individuo como mejor manera de desarrollar la sociedad (pues si las partes son mejores el todo será mejor), una ética que ame lo elevado y busque el mejor futuro, ya que el orgullo debe ser nuestro futuro, no nuestro presente ni nuestro pasado; Que ame los placeres, las pasiones, la naturaleza y la verdad. Queremos que esta se base en este mundo y que se dirija a la nueva condición humana. Pretendemos reivindicar al ser humano, alejarlo de lo que lo perjudica, de lo que la ensucia, queremos luchar por esto: la libertad y fraternidad entre los hombres y mujeres, junto con la aceptación de las diferencias.
Queremos el predominio de los espíritus libres. El reino de la libertad en la tierra. Pero Sabemos que no llegara solo este paraíso terrenal, deberemos luchar por conseguirlo.

El terrorismo de hoy

"El <<terrorismo» de hoy es simplemente el contrapunto de este régimen de guerra. La auténtica amenaza que nos llega de lejos consiste en más actos de terror masivo, en comparación con los cuales nuestro recuerdo de la caída del World Trade Center empalidecerá; estos actos son menos espectaculares, pero mucho más horripilantes. ¿Qué podemos decir de la guerra bacteriológica, del uso de gas letal, de las perspectivas del terrorismo de ADN (venenos que se están desarrollando y que afectarán únicamente a los que compartan determinado genoma)! A diferencia de Marx, que se apoyó en la idea del fetiche como un objeto sólido cuya presencia estable ofusca su mediación social, deberíamos afirmar que el fetichismo alcanza su cima justamente cuando el propio fetiche se ,<desmaterializa>, convirtiéndose en una fluida y virtual entidad <<inmaterial*; el fetichismo monetario culminará en el tránsito a su expresión electrónica, cuando los últimos trazos de su materialidad hayan desaparecido. Únicamente cuando haya alcanzado este estadio asumirá la forma de una presencia espectral indestructible; te debo un millón de dólares y no importa cuántos billetes materiales queme, te seguiré debiendo un millón de dólares; la deuda está inscrita en algún lugar del espacio digital electrónico ... ¿No se podría decir lo mismo del régimen de guerra?... Lejos de apuntar al régimen de guerra del siglo xxi, el estallido y derrumbe de las torres del World Trade Center en septiembre de 2001 fueron, más bien, el último alarido espectacular del régimen de guerra del d siglo XX. Lo que nos espera en adelante es algo mucho más inquietante: el espectro de una guerra *inmaterial>> en la que el ataque es invisible; virus, venenos que pueden estar en cualquier sitio y en ninguno. En el ámbito de la realidad material visible, no sucede nada, no se ~roducen grandes explosiones; y, aun así, el universo conocido comienza a desmoronarse, la vida se desintegra. "

anécdota

Un hombre loco buscaba una llave perdida bajo una farola, al preguntarle por qué la busca ahí si la ha extraviado en una esquina oscura, éste responde: <<¡es más fácil buscarla bajo la luz directa!.. 

No temino de aprender de esos 10 meses

Muero si no te escribo, se me acababa el aire. Como le rezo a tus pestañas dormidas para que en sueños me veas. Ya no tengo pretextos ahora que estás lejos, para no olvidarte y sin embargo no te olvido

El síntoma

Los síntomas registran no sólo los intentos revolucionarios fallidos del pasado, sino de forma más modesta los fracasos a la hora de responder a la llamada a la acción o incluso a la empatía con aquéllos cuyo sufrimiento pertenece en cierto sentido a la forma de vida de la que uno es parte. Ocupan el lugar de algo que está ahí, que insiste en nuestras vidas, aunque nunca haya adquirido consistencia ontológica. Los síntomas son en cierto modo los archivos virtuales de vacíos -o, tal vez, sea mejor decir de defensas contra vacíos- que persisten en la experiencia histórica".




















" Eric SANTNER, «Miracles happen: Benjamin, Rosenzweig, and the limits of Enliglitmentn (inkdito, 2001).  

marzo 02, 2015



I
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines: Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,
cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde ( repites vanamente )
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente
para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.



II
Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta
y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna
y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

Haiku


1

Algo me han dicho

la tarde y la montaña.

Ya lo he perdido.


2

La vasta noche

no es ahora otra cosa

que una fragancia.


5

Hoy no me alegran

los almendros del huerto.

Son tu recuerdo.


7

Desde aquel día

no he movido las piezas

en el tablero.


10

El hombre ha muerto.

La barba no lo sabe.

Crecen las uñas.


11

Ésta es la mano

que alguna vez tocaba

tu cabellera.


12

Bajo el alero

el espejo no copia

más que la luna.


13

Bajo la luna

la sombra que se alarga

es una sola.


14

¿Es un imperio

esa luz que se apaga

o una luciérnaga?


17

La vieja mano

sigue trazando versos

para el olvido.

Silencio

Fábula: Las crestas montañosas duermen;
los valles, los riscos y las grutas están en silencio.

(ALCMAN 160 (1O), 6461)

—Escúchame — dijo el Demonio, apoyando la mano en mi cabeza—. La región de que hablo es una lúgubre región en Libia, a orillas del río Zaire. Y allá no hay ni calma ni silencio.
Las aguas del río están teñidas de un matiz azafranado y enfermizo, y no fluyen hacia el mar, sino que palpitan por siempre bajo el ojo purpúreo del sol, con un movimiento tumultuoso y convulsivo. A lo largo de muchas millas, a ambos lados del legamoso lecho del río, se tiende un pálido desierto de gigantescos nenúfares. Suspiran entre sí en esa soledad y tienden hacia el cielo sus largos y pálidos cuellos, mientras inclinan a un lado y otro sus cabezas sempiternas. Y un rumor indistinto se levanta de ellos, como el correr del agua subterránea. Y suspiran entre sí.
Pero su reino tiene un límite, el límite de la oscura, horrible, majestuosa floresta. Allí, como las olas en las Hébridas, la maleza se agita continuamente. Pero ningún viento surca el cielo. Y los altos árboles primitivos oscilan eternamente de un lado a otro con un potente resonar. Y de sus altas copas se filtran, gota a gota, rocíos eternos. Y en sus raíces se retuercen, en un inquieto sueño, extrañas flores venenosas. Y en lo alto, con un agudo sonido susurrante, las nubes grises corren por siempre hacia el oeste, hasta rodar en cataratas sobre las ígneas paredes del horizonte. Pero ningún viento surca el cielo. Y en las orillas del río Zaire no hay ni calma ni silencio.
Era de noche y llovía, y al caer era lluvia, pero después de caída era sangre. Y yo estaba en la marisma entre los altos nenúfares, y la lluvia caía en mi cabeza, y los nenúfares suspiraban entre sí en la solemnidad de su desolación.
Y de improviso se levantó la luna a través de la fina niebla espectral y su color era carmesí. Y mis ojos se posaron en una enorme roca gris que se alzaba a la orilla del río, iluminada por la luz de la luna. Y la roca era gris, y espectral, y alta; y la roca era gris. En su faz habla caracteres grabados en la piedra, y yo anduve por la marisma de nenúfares hasta acercarme a la orilla, para leer los caracteres en la piedra. Pero no pude descifrarlos. Y me volvía a la marisma cuando la luna brilló con un rojo más intenso, y al volverme y mirar otra vez hacia la roca y los caracteres vi que los caracteres decían DESOLACION.
Y miré hacia arriba y en lo alto de la roca había un hombre, y me oculté entre los nenúfares para observar lo que hacía aquel hombre. Y el hombre era alto y majestuoso y estaba cubierto desde los hombros a los pies con la toga de la antigua Roma. Y su silueta era indistinta, pero sus facciones eran las facciones de una deidad, porque el palio de la noche, y la luna, y la niebla, y el rocío, habían dejado al descubierto las facciones de su cara. Y su frente era alta y pensativa, y sus ojos brillaban de preocupación; y en las escasas arrugas de sus mejillas leí las fábulas de la tristeza, del cansancio, del disgusto de la humanidad, y el anhelo de estar solo.
Y el hombre se sentó en la roca, apoyó la cabeza en la mano y contempló la desolación. Miró los inquietos matorrales, y los altos árboles primitivos, y más arriba el susurrante cielo, y la luna carmesí. Y yo me mantuve al abrigo de los nenúfares, observando las acciones de aquel hombre. Y el hombre tembló en la soledad, pero la noche transcurría, y él continuaba sentado en la roca.
Y el hombre distrajo su atención del cielo y miró hacia el melancólico río Zaire y las amarillas, siniestras aguas y las pálidas legiones de nenúfares. Y el hombre escuchó los suspiros de los nenúfares y el murmullo que nacía de ellos. Y yo me mantenía oculto y observaba las acciones de aquel hombre. Y el hombre tembló en la soledad; pero la noche transcurría y él continuaba sentado en la roca.
Entonces me sumí en las profundidades de la marisma, vadeando a través de la soledad de los nenúfares, y llamé a los hipopótamos que moran entre los pantanos en las profundidades de la marisma. Y los hipopótamos oyeron mi llamada y vinieron con los behemot al pie de la roca y rugieron sonora y terriblemente bajo la luna. Y yo me mantenía oculto y observaba las acciones de aquel hombre. Y el hombre tembló en la soledad; pero la noche transcurría y él continuaba sentado en la roca.
Entonces maldije los elementos con la maldición del tumulto, y una espantosa tempestad se congregó en el cielo, donde antes no había viento. Y el cielo se tornó lívido con la violencia de la tempestad, y la lluvia azotó la cabeza del hombre, y las aguas del río se desbordaron, y el río atormentado se cubría de espuma, y los nenúfares alzaban clamores, y la floresta se desmoronaba ante el viento, y rodaba el trueno, y caía el rayo, y la roca vacilaba en sus cimientos. Y yo me mantenía oculto y observaba las acciones de aquel hombre. Y el hombre tembló en la soledad; pero la noche transcurría y él continuaba sentado.
Entonces me encolericé y maldije, con la maldición del silencio, el río y los nenúfares y el viento y la floresta y el cielo y el trueno y los suspiros de los nenúfares. Y quedaron malditos y se callaron. Y la luna cesó de trepar hacia el cielo, y el trueno murió, y el rayo no tuvo ya luz, y las nubes se suspendieron inmóviles, y las aguas bajaron a su nivel y se estacionaron, y los árboles dejaron de balancearse, y los nenúfares ya no suspiraron, y no se oyó más el murmullo que nacía de ellos, ni la menor sombra de sonido en todo el vasto desierto ilimitado. Y miré los caracteres de la roca, y habían cambiado; y los caracteres decían: SILENCIO.
Y mis ojos cayeron sobre el rostro de aquel hombre, y su rostro estaba pálido. Y bruscamente alzó la cabeza, que apoyaba en la mano y, poniéndose de pie en la roca, escuchó. Pero no se oía ninguna voz en todo el vasto desierto ilimitado, y los caracteres sobre la roca decían: SILENCIO. Y el hombre se estremeció y, desviando el rostro, huyó a toda carrera, al punto que cesé de verlo.
Pues bien, hay muy hermosos relatos en los libros de los Magos, en los melancólicos libros de los Magos, encuadernados en hierro. Allí, digo, hay admirables historias del cielo y de la tierra, y del potente mar, y de los Genios que gobiernan el mar, y la tierra, y el majestuoso cielo. También había mucho saber en las palabras que pronunciaban las Sibilas, y santas, santas cosas fueron oídas antaño por las sombrías hojas que temblaban en torno a Dodona. Pero, tan cierto como que Alá vive, digo que la fábula que me contó el Demonio, que se sentaba a mi lado a la sombra de la tumba, es la más asombrosa de todas. Y cuando el Demonio concluyó su historia, se dejó caer en la cavidad de la tumba y rió. Y yo no pude reírme con él, y me maldijo porque no reía. Y el lince que eternamente mora en la tumba salió de ella y se tendió a los pies del Demonio, y lo miró fijamente a la cara.