enero 13, 2021

El Pesa Nervios (Fragmento)



Y no esperen que yo les nombre este todo: En cuántas partes se divide, que les diga su peso, que yo camine, que me ponga a discutir sobre este todo, y, discutiendo, me pierda y me ponga así, sin saberlo, a PENSAR -y que ilumine, que viva, que se engalane de una multitud de palabras, muy bien restregadas de sentido, todas distintas, y capaces de poner al día todas las actitudes y todos los matices de un sensibilísimo y perspicaz pensamiento.

Ah, estos estados que no se nombran nunca, estas situaciones eminentes del alma, ah estos intervalos del espíritu, ah estas pequeñísimas fallas que son el pan cotidiano de mis horas, ah este pueblo hormigueante de datos –son siempre las mismas palabras que me sirven y en verdad no tengo el aire de desplazar demasiado en mi pensamiento, pero en realidad lo desplazo más que ustedes, barbas de asnos, cerdos pertinentes, dueños del falso verbo, despachadores de retratos, folletinistas, planta baja, herbajeros, entomólogos, llaga de mi lengua.

Se los he dicho: ya no tengo mi lengua; no es razón para que ustedes persistiesen, para que ustedes se obstinasen en la lengua.

¡Vamos! en diez años seré comprendido por las gentes que harán lo que hoy hacen ustedes. Se conocerán entonces mis géisers, se verán mis hielos, se habrá aprendido a desnaturalizar mis venenos, se revelarán mis juegos de almas.

Y serán entonces derramados todos mis cabellos en la cal, todas mis venas mentales, se percibirá mi bestiario y mi mística se habrá vuelto un sombrero. Se verá humear la juntura de las piedras y arborescentes ramos de ojos mentales se cristalizarán en glosarios, se verán entonces caer los aerolitos de piedra, se verán cuerdas, se comprenderá la geometría sin espacios, y se aprenderá lo que es la configuración del espíritu, y se comprenderá cómo perdí el espíritu.

Se comprenderá por qué mi espíritu no está allí, se verá a todas las lenguas secarse, a todos los espíritus desecarse, a todas las lenguas endurecerse, las figuras humanas se aplanarán, se desinflarán como aspiradas por ventosas desecantes, y esta lubricante membrana seguirá flotando en el aire, esta lubricante y caústica membrana, esta membrana con dos espesores, con múltiples grados, con infinitas grietas, esta melancólica y vítrea membrana, pero tan sensible, tan pertinente también, tan capaz de multiplicarse, de desdoblarse, de regresar con su espejeo de grietas, de sentidos, de estupefacientes, de irrigaciones penetrantes y virulentas, todo esto entonces será bien visto, y no tendré ya necesidad de hablar.

Artaud