"No sé qué escribir. Cómo le digo a la hoja que te extraño color vainilla, que me apeteces a las seis de la tarde o que ya me partí la madre tratando de olvidarte ¿Cómo? No se me ocurre si empezar por tus grandes cachetes, por ese par de canicas enormes que tienes por ojos o por las cosas que aún retengo para olerte. Se les hace muy fácil a todos decir que siempre hay algo más, que hay más peces en el mar y esos estúpidos clichés. Ellos no saben, no entienden, no comprenden que tú eras el mar ¿Cuál pez? Imposible. Mar de aguas dulces, y veinte riveras saladas. Mi sed era siempre saciada ahí. Me importa un carajo y poco menos lo que me ha de pasar después de esto: de confesarme ante las graciosas figuras que llamamos letras, si el único que siempre escucha lo que en voz alta digo, no es otro más que mi propio oído."
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