noviembre 19, 2013

Ana.

Algunas vidas están conectadas. Las coincidencias vienen a nuestro encuentro cuando tienen que venir y cuando estamos listos para recibirlas, perceptivos, sensibles a los lazos invisibles pero permanentes que nos unen. Hoy te vi, nos dimos cuenta que eres los pasos de mi senda y yo la senda de tus ojos. Me viste. Nos encontramos, tu voz tiembla cuando hablan tus miedos y en las vibraciones que hablas me encuentro y en lo que respondo te encuentras, y si tuviste el valor que me falta para atravesar medio continente por tu sueño yo tengo el valor que te falta para afontar al que te diga que no puedes cumplirlos (aunque yo misma no lo haga). Veo que traes unos pendientes de cadillo (simbolismo puesto en la realidad, nunca había visto unos aretes de cadillo). Nunca hablamos de verdad, no hicieron falta las convivencias previas de romper el hielo porque sincronizados nuestros sentimientos todo fue cálido, adivine que tenías hambre (yo la sentía también) y comimos, y tratamos de digerir aparte de la comida nuestras verdades. No pude evitar refugiarme en tu piel, sé que no pudiste evitar sostenerte en mis ojos. 
 

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